Sólo podia contemplarte y escuchar esa hermosa poesía transparente que salía de tus labios. Sólo podía ver a tus tristes ojos decir a los míos que te hacía falta. (O al menos, eso era lo que yo quería escuchar) . Me acerqué a ti, y pude sentir cómo mi mente hacía un retroceso instantáneo, mostrándome nuevamente imágenes que quedaron guardadas dentro de mí. Quería darte un lindo regalo, pero no sabía qué hacer para poder lograr que tus ojos brillen como lo hacen los míos al verte. Un golpe de depresión me invadió, y tu me mirabas inclinando la mirada levemente. Ayer no fuí felíz. Ayer me quité la venda de los ojos. Ayer supe que todo lo que puedo hacer ahora es olvidar. Porque te dí todo. Te dí hasta lo que no tenía. Te llené de regalos. Pero olvidarme de ellos, es olvidarme de mí. Olvidarme de cada detalle es destruirme lentamente. Olvidarme de esas palabras es condenarme eternamente. Y lo más triste es que yo sé la forma de darle brillo a tu vida. Lo más triste es que yo todavía tengo esperanzas. Pero tu ahora estás perdido. Sólo miras hacia otro horizonte. Espero que en algún rinconcito de tu corazón todavía esté aquella pureza con la que te conocí. Espero que por lo menos, mi nombre junto a mi esencia esté en algún pequeño pero no menos apreciable lugar de tu mente. De tu corazón. De tus recuerdos. De tus dibujos. De tu instinto. De tu ser. Espero que algún día, te des cuenta de todo esto. Como yo, el día de ayer.